viernes, 1 de agosto de 2014

Ya sé que dicen que el tiempo cura las heridas. Pero no quiero que esta sane. Algo en mí hace que vuelva una y otra vez a él como si no hubiera un mañana. Algo hace que mi mente recuerde y se niegue a olvidar.
Piensa en lo que piensas cuando lloras, me digo. Piensa en todo ese dolor. Y sin embargo no he conseguido quitármelo de la cabeza.
He conseguido comprender que jamás se irá. Nos esforzamos tanto en borrar recuerdos en vez de simplemente asimilarlos...No puedo eliminar un sentimiento, crear una fría coraza alrededor de él como si nunca hubiera existido. Porque cada vez que alguien nombra algo de eso, noto esa coraza hacerse más fuerte, aislándome. Y no puedo aislarme de todo.
No creo en el destino. No creo en que todo está escrito, pero creo que todo sucede por alguna razón. Que nuestra historia tuvo un por qué. Y prefiero dejar de forzarme a mi misma a olvidar, y dejar que las cosas sigan su curso. Bloquearlo, borrarlo, eliminarlo. Todo eso solo es forzarme a hacer algo que en el fondo no quiero hacer. Han pasado cinco meses, y aquí sigo. Dedicándole entradas a quien no lo merece, pero a quien siempre me tuvo.
Todos nos equivocamos, pero yo no lo hice. Aprendí que aquello que contaban todos mis libros era una farsa. Me enseñó a mirar todas esas historias de amor, en las que los protagonistas derrochan amor y parece que acabarán felices para siempre. Si el libro continuara, sus protagonistas enamorados acabarían con caminos muy dispares, seguramente sin volver a mencionar al otro jamás. Me enseñó a ver que el amor infinito no existe.

No hay comentarios:

Publicar un comentario