sábado, 1 de noviembre de 2014

He leído una entrada sobre dos amigos que se pelearon. Y me parece tan real como lo que nos está pasando a ti y a mí.
Has estado ahí en los peores momentos de mi vida, siempre has sido mi apoyo más fiel, nunca me diste la espalda cuando te necesité, incluso aunque podrías haber tenido razones para ello. Dijiste que te había salvado, que te di la vida que nunca tuviste, pero no es cierto, Tú solo me dejaste entrar en tu vida, y yo arreglé todo el desastre que había. Y ahora, me quieres apartar como si nunca hubiéramos sido nada, como si no hubiéramos pasado días enteros hablando de todo y de nada, como si no supiéramos todo el uno del otro.
He hecho todo lo posible para que fueras feliz, me he desvivido por ello. y ahora me estás tratando como si solo fuera un juguete de usar y tirar. Te lo perdono todo. Te lo voy a perdonar todo. Pero no tienes derecho a tratarme así, a decirme esas cosas como si yo no tuviera sentimientos.
Déjame entrar, porque me estás matando. Necesito que estés bien. Siento todo el dolor que te he causado, nunca quise ser un símbolo de dolor para ti, pero creo, que desde el momento que supe que yo era eso para ti, he hecho hasta lo imposible para hacerte feliz.
Necesito que entiendas que intento salvarte, pero también intento salvarme a mi misma. Intento pensar en las razones que tengo para vivir, y entonces llegas tú, y me dices que quieres morir. Y yo, no puedo hacer nada más que mirar ese mensaje, porque no puedo responder.
Porque me estoy negando ese tema a mi misma, lo estoy bloqueando como si no me estuviera aprisionando contra la espada y la pared cada vez que le doy libertad a mi mente. Y aquí estás tú, sacándolo a relucir.
¿Qué pasa si por salvarte a ti, me hundo yo? Me gustaría ser egoísta contigo, me gustaría hacerte caso y apartarme de ti, y dejarte como tanto quieres que haga. Pero sé que si lo hiciera, te estaría fallando. Porque aunque solo me echas, luego solo me pides que me quede. Aclárate. No soy un juguete.
Si te salvo a ti, me hundo yo.

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