jueves, 9 de abril de 2015

Hace tanto tiempo que no entro aquí, y ha pasado tanto desde que escribí por última vez, que releo las entradas, y me parece que este blog no me pertenece a mí.
Sé que la gente cambia, pero me asusta lo mucho que lo estoy haciendo yo. No estoy cambiando de físico, no estoy cambiando por la edad, por la situación. Estoy cambiando mi forma de pensar, mi forma de comportarme con la gente, de preocuparme por mi futuro o por mi vida.
He conocido a varias personas que me están mostrando otra cara de la vida. Me están incitando a dejar de estar escondida, invisible como siempre, como si hubiera algo mal. Me están mostrando todo lo que les hago sentir, todo lo que puedo valer si quiero, todo lo que puedo ser si me esfuerzo.
Me siento distinta. Me siento querida, deseada. Y Dios, sienta tan bien. Tan bien que no quiero apartarme. Estoy haciendo cosas que jamás me había atrevido a hacer, y me gusta. Me gusta sentirme con el poder de controlar una situación y no apagada y callada como solía estar.
Me gusta esa persona que han visto en mí. Quiero convertirme en ella.
Me han pasado muchas cosas en la vida. He cometido tantos errores que ya no puedo ni contarlos. Me he arrepentido de todo, y las cosas que estoy haciendo, me habría arrepentido de ellas en un pasado.
Pero no ahora. Ahora creo que el mundo está esperándome con los brazos abiertos para que me lo coma. Que se ha cansado de verme llorar, de verme ansiosa, preocupada y depresiva.
Yo me he cansado de ser esa chica.
Puede que me arrepienta de las decisiones que estoy tomando. Pero nunca había hablado de la vida tan claramente como lo hago ahora con ellos.
Nunca había sentido que el poder de mi vida, lo tengo solo yo.

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