Pero yo me siento igual. Sin voz, sin voto. Como si mis ganas de luchar solo estuvieran bajo mi piel, pero no quisieran salir a la superficie. Quiero hacer algo, pero no sé cómo. No sé por donde empezar. Hay tantos campos abiertos, tantos frentes a los que enfrentarse. Política, hambre, desigualdad. Y quiero abarcarlos todos pero no lucho por ninguno.
Solo me quedo aquí, leyendo las noticias, llorando por ellos, escuchando charlas, viendo las desgracias que sufren y queriendo darles voz. Pero me callo.
Me mentalizo con que debo luchar, pero luego lo olvido. Quedo enterrada por montones de papeles y libros a los que les doy más importancia. Como si ellos nos fueran a salvar cuando ya no haya vuelta atrás del mundo que estamos creando. De este monstruo en el que se convierte la humanidad.
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