domingo, 3 de noviembre de 2013

PEQUEÑO RELATO



Las gotas resbalan por el cristal, libres, fugaces. No puedo evitar sostener mi café humeante, y aspirar su olor. Pego un pequeño sorbo, al tiempo que paso una página de mi libro.
Oigo un pequeño tintineo en la puerta, pero ni siquiera eso consigue que levante la vista y escape de mi mundo. La puerta se vuelve a abrir, dejando entrar una ráfaga fría de aire con pequeñas gotas que terminan salpicando las viejas páginas del libro.
Una chica se acerca y me pregunta por la silla que tengo junto a mí. Sí, está libre. La sigo con la mirada, porque ya me ha distraído, y justo cuando voy a bajar la mirada de nuevo, su risa llega hasta a mí. Me giro, sorprendida, y finalmente la localizo sentada en un viejo sofá, riendo sin parar. Lleva su acostumbrada trenza al lado, y está haciendo alguna figurita con un trozo de servilleta. Está rodeada de gente, que parece disfrutar de su compañía. Y sin embargo me parece una relación algo incierta. Vacía.
Recuerdo que ella y yo solíamos reír así. Recuerdo estar sentadas en este mismo café, con este frío, hablando de lo hermoso que parecía todo. Sus ojos caen sobre mí. Me ha visto. Retiro un poco la silla, dispuesta a levantarme.Por un momento, una sonrisa aparece en mis labios. Veo que es ella la que se levanta. Camina hacia mí con los ojos un poco achinados de sonreír. Se oye de nuevo un tintineo en la puerta, y ella apremia el paso entonces y con los brazos abiertos se lanza hacia la chica que acaba de entrar.
Las veo abrazarse, y reírse, y por un momento me gustaría que fuera yo la que estuviera ahí. Juntas, vuelven al sofá donde estaba y ni siquiera repara en mí.
Te miro, y lo hago con el corazón en un puño. Solías ser todo para mí, la única persona que había conseguido conocerme de verdad. La única que sabía por qué lloraba y por qué reía con solo mirarme a los ojos. Una lágrima se desliza por mi mejilla, porque recordar duele. Y mucho.
Recuerdo todo lo que ocurrió, aquella estúpida pelea en la que tu me heriste a mí. Y sin embargo, te contemplo esperando algo. Un atisbo de esperanza en que esa amistad no murió con una puñalada trapera.
Pero ahí estás, riendo sin parar, sin ni siquiera mirarme.
Vuelvo la vista hacia el ventanal. Dijiste que la vida era fugaz, como una gota de agua resbalando por un cristal. Pero se te olvidó mencionar que no hay amistad en la fugacidad. Que solo fuiste una estrella que iluminó el camino para luego oscurecerlo y no regresar jamás.

4 comentarios:

  1. Holaa!!
    Me gustó bastante el relato, quizás porque me ocurrió algo parecido, no sé!!!
    "recordar duele. Y mucho" taaan cierto!!! recordar es tan doloroso...

    Un beso! ;)
    http://myworldlai.blogspot.com.es/

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    1. muchas gracias :) siento que te haya parecido algo parecido. a mi también me ocurrió, de echo va dedicado a una antigua amiga :)

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  2. Tan precioso como cierto que eso nos ha pasado a todos.
    Me ha gustado muchísimo, un beso <3

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    1. muchisimas gracias por tu comentario :) un beso guapa!

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