Son palabras del pasado con significado en el presente. Son todas las espinas que ya tenía clavadas que terminaron desangrándome. Y creía, estúpida insolente, que podía olvidar. Que podía olvidarle, a él y a todas sus palabras hirientes. Todos tenemos nuestra pequeña parte suicida ¿no? La mía es releerlo una y otra vez, clavándome sus palabras como si de estacas se tratara. Creí que el pasado, tarde o temprano dejaría de importar, que se olvidaría y difuminaría todo lo que fue.
¿Quién dijo que a pesar de que no haya sentimiento las palabras duelen igual? No sé, pero es así.
Quizá borré cada recuerdo, cada detalle, cada sentimiento demasiado rápido. Quizá me hice creer a mí misma que lo había olvidado. Y quizá se olvida el sentimiento, pero no la herida. ¿Cómo pasar una página? Eso es estúpido, no se pasa página, se arranca.
Pero al arrancarla, se han quedado virutas, virutas con esas últimas palabras grabadas que amenazan con permanecer en mi libro por siempre. No es tanto el dolor, es más la incertidumbre. ¿Lo merecía? ¿Cómo debe reaccionar alguien cuando alguien a quien querías te dice algo así, sabiendo que te va a hundir?
Sé que era un falso, que era un mentiroso, que me hirió y no le importó. Sé que todo sentimiento está ya desterrado. Quizá es que esperaba una disculpa. Aunque alguien que te dice eso, no espera disculparse. Una disculpa implica sentirlo, y él claramente, no lo sentía.
¿Entonces, por qué sigue aquí en mi mente?¿Por qué no envió directamente esa conversación a la basura? Ah, cierto. Segunda vez que me lo hacían.
Así que solo lo he cogido y he aprendido a vivir con ello. Porque sí, posiblemente nunca olvide eso, pero es lo único que puedo hacer si quiero sobrevivir en este mundo de locos en el que ni la esperanza cree en el amor. Llegado el momento todo serán anécdotas, historias que me habrán llevado a una vida mejor.
Solo me queda esperar.
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