jueves, 18 de junio de 2015

Siempre quise irme. Siempre quise sentirme querida. Siempre quise soñar a lo grande, y cumplirlo todo.
Pero aquí estoy. Soy capaz de todo lo que quiera, pero desconfío de mí. ¿Qué pasa si me voy? ¿Qué pasará si no consigo encajar, si no consigo estudiar eso, si no consigo vivir igual de feliz que estoy ahora? Antes era tan sencillo. Cualquier cosa era mejor que esto. Irse era mejor que estar aquí. Pero ahora, irme es una opción que me aterroriza.
Me aterroriza. Estoy paralizada por el miedo que siento. Estoy paralizada porque puedo entrar a donde quiera. Puedo hacer lo que quiera. Y no quiero hacer nada. Me gustaría ser toda la vida esta persona, volver a cursar bachillerato, volver a tener todas las asignaturas sin plantearme qué escoger de carrera. Sin plantearme qué vida voy a escoger a partir de ahora.

¿Qué pasa si me voy? ¿Pero qué pasa si no lo hago? ¿Me culparé toda la vida por no haberlo decidido por miedo? ¿Por comodidad o por conformismo? ¿Después de tanto esfuerzo voy a seguir prohibirme a mi misma saber qué me gusta y que quiero?

Pero la pregunta que más me asusta, la que más miedo me da hacerme, la que más temo responder, es, ¿y si no quiero hacer nada?

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