jueves, 4 de junio de 2015

La vida está en mi mano. Puedo cogerla, acariciarla, moldearla. Puedo dejarla libre, o puedo convertirla en lo que yo quiera. Porque lo que yo haga, es lo que será.
Lo que yo decida, decidirá todo. Escogerá dónde vivo, con quién, a quién veré, a quién dejaré de ver. Escogerá con que nuevas personas me río, a cuáles extraño, y a cuales nunca conoceré.
Una simple decisión, que puede cambiar todo lo que conozco y todo lo que conoceré en un solo movimiento. Y lo único que estoy haciendo, es dejarla.
La estoy mirando esperando que ella diga que camino será mejor. Pero solo encuentro mi silencio por respuesta. ¿Y si mi corazón ya sabe lo que quiera? ¿Aunque duela? ¿Aunque no sea lo que siempre soñé? Porque este año, todo lo que había soñado hasta ahora, ha dejado de tener valor. Rápido, fuerte. Todo ha dejado de importarme, todo ese futuro, ese pasado tan doloroso, toda esa gente, todo, ha dejado de importarme.

Porque me he dado cuenta que lo que importa, es esto. Mi presente.

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