jueves, 23 de octubre de 2014

Veo lo que se avecina, y no sé si alegrarme, asustarme, o hacer ambas cosas a la misma vez. Me gustaría prometerte tantas cosas, me gustaría decirte que todo va a ir  bien si todo sale como yo pienso que va a salir. Pero a la vez, me asusta. Me asusta porque empiezo a ver como todo me desborda, y tú no tienes la culpa, pero si te llevo conmigo, te arrastro conmigo. Y no quiero hacerte sufrir ni un ápice, porque si pudiera te protegería de todo daño, externo o interno, que cualquier persona pudiera hacerte, incluida yo.
El curso avanza, y veo como todo lo que he intentado mantener oculto este verano se empeña en salir de nuevo a la superficie. Dios, si estás ahí, escúchame porque de verdad me he cansado de esto, porque de verdad quiero curarme. Porque no quiero seguir sintiéndome así, porque quiero creer que soy suficiente, en vez de que solo voy a dañarle. O que me  van a dañar a mí.
Quiero poder dejar de odiarme por un instante, porque si no lo hago, nunca le voy a creer, nunca voy a creer que alguien tenga razones para quererme, o para querer hacerme sentir bien. Y necesito pensar, que todo lo que me dice es real. Porque todo lo que yo siento, lo es.

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