No sé que estoy esperando. Supongo que aún no te has dado cuenta de que finjo que estoy bien, que me esfuerzo en sonreir por cosas a las que ya no les encuentro el sentido. ¿Qué tiene sentido aquí? Nada.
No te has dado cuenta de que me estás matando. Gracias a ti entendí las canciones de amor, y ahora, entiendo todas las que dicen, estoy muerta por dentro. Espero un atisbo de esperanza, algo que no sea cerrar mi mano en el abismo imaginando que no solo está el aire en ella. Esperando tu mirada, tu dulce mirada que ya no me has vuelto a dedicar.
Intento engañarme, diciendo que yo no soy como esas chicas que lloran por ti, por cualquiera. Pero la noche se acerca y mis lágrimas son víctimas de tu recuerdo, y mi almohada es la única testigo del daño que me sigues haciendo.
Quiero volver a tenerte en mis brazos, abrazarte como no lo hice en su momento. Y quiero volver a susurrarte que te quiero y que no te voy a olvidar. Y quiero decirte que te necesito, porque desde que me has abandonado, no puedo respirar, no puedo abrir los ojos y gritar de alegría, porque no hay rastro de ella. Porque ya no me queda nada. Mi corazón se ha roto contra el suelo, en miles de trozos de cristal, y ni yo puedo agacharme, ni tu los recogerás.
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